jueves, 23 de septiembre de 2010

alfajores de maicena



...mmmm pero qué ricos están!!! Hace un tiempo me aficioné a los alfajorsitos de maisena, esos que se deshacen en la boca, dulces...perfecto postre, perfecto acompañamiento para un té, unos mates, café, para merendar por la tarde también y para desayunar me encantan...así que me decidí a intentar hacer los míos. Alfajores de maicena by Tina Manresa. 
Primero las tapitas, bastante laboriosas, tamizar los ingredientes secos, yemitas de huevo, azúcar y mantequilla perfectamente mezclados, eso sí la mantequilla no puede derretirse antes, ralladura de limón, azúcar de vainilla, cucharadita de brandy, amasamos poquito, extendemos en la mesa, enharinada y dejamos la masa de 1/2 cm, después a recortar circulitos y ... al horno!!
Segunda fase, no voy a comprar dulce de leche, ni de importación, no no, de eso nada, lo hago yo, y de ese con leche condensada, noooo noooo, dulce de leche casero, leche, azúcar y a remover durante casi dos horas!! (la boluda de la receta ya podría haber avisado que llegué muy tarde a mi cita), eso sí...exquisito salió.
Finalmente juntamos dos tapitas con el dulce de leche en el medio y con un cuchillo, rellenamos los bordes y los hacemos rodar en coco rallado y tachán!!!!! Qué ricosssssssssss, bon profit!

miércoles, 8 de septiembre de 2010

miradas cercanas



Estas dos niñas me cautivaron por sus miradas, por su simpatía y por darme la sensación de ser de otro mundo distinto al mío. Ojos puros, llenos de vida, amables, brillantes, acojedores y descubridores de cosas nuevas. Una de ellas de la Kasbah de Ait Ben Haddour, patrimonio de la humanidad, un lugar hermoso. Su madre llevaba a la espalda a su hermanito, tan bello, tan salvaje..., nos ofrecieron un desayuno delicioso y la que más disfrutó de los pasteles sin duda, ella. 
La otra niña apareció en una kasbah abandonada en Telouet, Marruecos es un país con paisajes desiertos, donde no hay nadie en kilómetros a la redonda y de repente aparecen sorpresas como esta, te preguntas "¿Dónde estaban? Si no había nadie". Ella nos invitó a su casa, donde su madre nos ofreció un té, tenía unos treinta y pico de años, aparentaba ochenta, en eso también me pareció estar en otro mundo. Tomamos el té con ellos y con las cabritas, todos juntos, agradecidos, sin apenas poder intercambiar una palabra, es que a veces las palabras no son necesarias...
En muchas cosas podríamos aprender de ellos, las gentes de estos pueblos son de lo más hospitalario...sino quién invita a tomar un té a un desconocido en nuestro mundo por el simple hecho de compartir un instante. Gracias.